El fujimorismo facho
Una semana ha bastado para confirmar que el fujimorismo es políticamente un cero a la izquierda. Y a la derecha también.
En todo este primer tiempo post extradición, los seguidores y voceros más conspicuos de Alberto Fujimori han demostrado –como su jefe, por supuesto- la más absoluta incapacidad de respuesta y movimiento políticos frente a un hecho que estuvo desde hace rato en el abanico de posibilidades.
En perspectiva, todo su plan de vuelta al Perú vía Santiago ha sido un estrepitoso fracaso con lo que las mentadas habilidades de calculador estratega del ahora preso del fundo Barbadillo quedan disueltas.
Y si pensó que el país que lo refugió durante cinco años, lo seguiría apoyando en la aventura se equivocó de cabo a rabo. Japón no ha movido un ceja. Ni durante el proceso de extradición ni ahora que está tras las rejas.
La única reacción en toda esta bitácora de naufragio fue el plan de fuga a través de una candidatura al Senado japonés que también hizo agua.
En un escenario tan complicado pero probable desde hacía rato –tanto que hoy es una realidad-, el fujimorismo no ha tenido una sola manifestación que trace una estrategia y un posicionamiento políticos frente a la situación más grave en la biografía cuatrera de su líder.
El reflejo político del fujimorismo de estos días queda resumido en tres declaraciones que lo pintan de cuerpo entero: la de Martha Chávez bramando que el Ojo que Llora es un monumento basura al que hay terminar de destruir; la de Keiko Fujimori exclamando que el gobierno quiere enterrar vivo a su padre; y la de Kenyi rugiendo como un fascista intolerante que si tocan al Chino medirán fuerzas en las calles.
Con la ramplonería y macartismo de Chávez, la caradura y desmemoria de la hija mayor de Alberto Kenya y el violentismo facho del benjamín de los Fujimori, el hundimiento político de las chalanas creadas alrededor del socio mayor de Vladimiro Montesinos está asegurado.
Además de este surtidero a toda máquina de intolerancia y prepotencia –del que hizo gala durante 10 años en el poder-, el fujimorismo y su mandamás enrejado delatan una conchudez descomunal.
¿No dijo Fujimori en su mensaje grabado antes de ir a parar a la sombra que esta extradición era parte de su estrategia de retorno y que estaba calculada? Entonces qué tanto grito, alharaca, bellaquerías y amenazas. La democracia no se va a someter a un puñado de obcecados fachos sin brújula.
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