28.5.07

CIERRE DE RCTV: PRONUNCIAMIENTO

El siguiente es el pronunciamiento emitido por los periodistas de Frecuencia Latina-Canal 2 de Perú ante la censura desfachatada dictada por el régimen autoritario de Hugo Chávez contra Radio Caracas de Televisión (RCTV).

En 1997, Canal 2 de Perú fue sometido a similar atropello debido a su línea crítica e independiente con relación a la dictadura de la dupla Montesinos-Fujimori.


Cuando restan pocas horas para el prepotente cierre de Radio Caracas de Televisión (RCTV) decretado por el régimen autoritario de Hugo Chávez, los periodistas de Frecuencia Latina-Canal 2 consideramos que es nuestra obligación moral manifestar nuestro repudio a tan arbitraria medida que significa, sin lugar a dudas, el fin de las libertades de prensa y de expresión en Venezuela.

Porque la abierta censura contra RCTV no sólo castiga desde el poder a un medio que se atrevió a ser independiente sino que amenaza también al resto de profesionales y empresas del periodismo.

Hechos similares ya ocurrieron en el Perú cuando, precisamente, Canal 2 fue tomado por la dictadura de turno para silenciar su línea crítica y fiscalizadora.

Sabemos, por lo tanto, que la despótica medida contra RCTV marca una nueva escalada del actual gobierno para perpetuarse en el poder mediante el silenciamiento de la prensa libre.

Por tal razón, este 27 de mayo, antes que el fin de una valiente señal televisiva, es el inicio de una ardua y larga jornada por la recuperación de las libertades y la democracia en Venezuela.

Como periodistas de Frecuencia Latina-Canal 2, expresamos, pues, nuestra solidaridad y respaldo permanentes a nuestros colegas venezolanos en esta nueva etapa de lucha y resistencia democráticas.

Cuentan con nosotros ahora y siempre

Lima, 25 de mayo de 2007

Periodistas de Frecuencia Latina-Canal 2
TESTIMONIO
Mi padre, héroe de veras
Iván García Cabrejos

(La República, 20 de mayo de 2007)

El 20 de mayo de 1947, un día como hoy, murió en Lima, su ciudad natal, Bernardo García Oquendo, mi padre. A los sesenta años de su partida definitiva, trazo aquí una rápida semblanza de este luchador social que en su paso por la vida fue un ejemplo de lealtad y honestidad a sus principios.
En 1931 ya era uno de los primeros activistas y dirigentes apristas. Fue fundador del diario "La Tribuna". En marzo de 1932 José Melgar Márquez, Juan Seoane, Serafín del Mar y Bernardo García son puestos a disposición de una Corte Marcial acusados de atentar contra la vida del dictador Luis M. Sánchez Cerro.
El paredón ronda a todos pero, al final, solo son condenados a muerte los dos primeros; se les conmuta la pena pero les espera larga y severa prisión igual que a Del Mar. Bernardo es absuelto.
Durante la gran clandestinidad aprista, el 4 de octubre de 1933, el Negro García –como también lo llamaban cariñosamente sus amigos– es designado para ocupar el cargo de Secretario de Correspondencia de Víctor Raúl Haya de la Torre.
También es Subsecretario Nacional de Prensa y Propaganda al lado de Manuel Seoane.
En febrero de 1934 la nueva dictadura de Oscar R. Benavides intenta apresar a Manuel Seoane en el Estadio Nacional. Hay una terrible balacera y muere uno de los soplones de la época.
Más persecución y un nuevo juicio. Fueron acusados Manuel Seoane, Bernardo García, Alfonso Granda Pezet y Hugo Otero. Todos fueron declarados inocentes.
En julio de 1935 Bernardo es deportado a Panamá.
Viaja a España, se establece en Barcelona y cuando estalla la Guerra Civil Española se enrola como brigadista internacional para defender a la República del zarpazo fascista.
Más adelante ingresa al Ejército Republicano Español (ERE) como integrante de la 104 Brigada Mixta del Ejército del Este.
Huesca, Belchite, Aragón, Teruel y El Ebro son algunas batallas y frentes en los cuales, con valentía y honor, gana sus galones de oficial. Al finalizar esta cruenta guerra ejerce el grado de Capitán del Ejército Republicano Español.
En Perpignan, Francia, está internado en un campo de refugiados republicanos.
Nicanor Mujica logra que Pablo Neruda, cónsul encargado de la repatriación de republicanos, le conceda a Bernardo visado de ingreso a Chile, país al que llegará a fines de 1939.
La guerra dejó en su organismo huella y su salud está fuertemente comprometida. Regresa al Perú en marzo de 1947 y el 20 de mayo de ese mismo año, muere.
Las palabras finales de despedida en su entierro las dieron Haya de la Torre, Andrés Townsend Ezcurra y Luis Felipe de las Casas.
Leoncio Roda, en su calidad de personero del Gobierno Español Republicano en el exilio, dijo de Bernardo García en su discurso: "...marchó a mi patria cuando su suelo se hallaba ensangrentado intensamente por la rebelión franquista y la ayuda nazi-fascista del mundo, y en España, como si defendiese, y no se engañaba, un patrimonio común con los españoles que daban sus vidas por defender las libertades patrias, combatió con tal heroísmo y por tan largos meses que se hizo acreedor al grado de Capitán del ejercito leal.
En 1963, Luis Alberto Sánchez en su columna "Cuaderno de Bitácora" recordó al Negro con la siguiente frase: "Bernardo García (héroe de veras)".
Ese hombre fue mi padre y cuando murió tenía 39 años de edad
Aprista y republicano


(Nilton Torres/La República, 20 de mayo de 2007)


Bernardo García OquendoEsta es una historia singular. La de uno de los fundadores del Partido Aprista Peruano que enfrentaron a la dictadura de Sánchez Cerro y que peleó contra el franquismo en el Ejército Republicano Español.

Eran los últimos años de la Guerra Civil Española. Las fuerzas del franquismo habían acorralado a los republicanos y muchos soldados y oficiales de este bando, opositor al generalísimo Francisco Franco, trataban de seguir resistiendo. Manuel Valcárcel Mateo, un español y ex oficial del ejército republicano que hoy vive en Chile, recuerda que estaba con su tropa cerca de la frontera entre Cataluña y Francia, cuando fue testigo de un hecho que nunca olvidó. Mientras cruzaba un camino dentro de un jeep observó a un joven oficial republicano conminando a un grupo de soldados a recoger los fusiles que estos habían arrojado al suelo con la clara intención de desertar.
Era un capitán que, revólver en mano, increpaba a su tropa. Tal fue su determinación que los soldados recogieron sus armas y siguieron a su oficial. Este hombre se llamaba Bernardo García Oquendo, un peruano enrolado en las Brigadas Internacionales que combatieron al ejército de Franco y uno de los fundadores del Apra que tuvieron que exiliarse luego de que este partido fuera proscrito en los años 30.
Un hombre singular
Manuel Valcárcel le contó esta historia al periodista Iván García Meyer, nieto de Bernardo, quien junto a su padre, Iván García Cabrejos, han reconstruido con anécdotas como esta, y también de cartas, recortes de periódicos y fotografías familiares, la historia de este hombre singular que murió un día como hoy, 20 de mayo, en 1947, dejando un legado y una lección de vida que sus herederos quieren compartir.
Aprista primigenio
Bernardo García Oquendo nació en Lima el 30 de enero de 1908. Hijo de Alfredo García y Edelmira Oquendo, creció en el barrio del Rímac y desde muy joven la política lo sedujo, sobre todo las ideas de la izquierda democrática. Formó una familia con su novia de la infancia, Adriana Cabrejos, con quien tuvo dos hijos, Iván y Adrianita, pero sus responsabilidades de padre y esposo no minaron su inquietud política, la que finalmente lo llevó a conocer a Víctor Raúl Haya de la Torre. García Oquendo simpatizó de inmediato con el pensamiento de la incipiente Alianza Popular Revolucionaria Americana, el Apra, y cuando este grupo se constituye oficialmente como partido político para participar en las elecciones del año 1931, es uno de los primeros en inscribirse.
Haya de la Torre enfrentó a Luis M. Sánchez Cerro en las urnas, y este último ganó la elección en medio de denuncias de fraude. El Apra se convirtió entonces en el principal opositor de un gobierno abiertamente autoritario.
Bernardo, junto con Manuel "El Cachorro" Seoane, Hugo Otero, Manuel Solano, Luis Alberto Sánchez, y otros apristas ilustres, fundan el diario La Tribuna, y desde allí fustigan a la dictadura.
El 23 de marzo de 1932, Sánchez Cerro sufre un atentado y Bernardo García junto con Juan Seoane y José Melgar son detenidos y sometidos a corte marcial por el hecho, pasando un tiempo en prisión para salir luego por falta de pruebas.
Tras la muerte de Sánchez Cerro, en 1933, el hostigamiento contra los apristas se mantiene y Oscar R. Benavides, el nuevo mandatario, ordena una persecución implacable. A partir de ese momento Bernardo García empieza a vivir en la clandestinidad. En esa condición de prófugo de la dictadura, se convierte en secretario de correspondencia de Víctor Raúl, un cargo de confianza, y así consta en la credencial que conserva su familia hasta hoy.
En 1934, Manuel Seoane, Bernardo García y otros apristas son descubiertos por las fuerzas de seguridad de Benavides y en el enfrentamiento muere el agente Carlos Arce. Nuevamente García y sus compañeros son llevados a juicio y son absueltos por falta de pruebas, pero la situación ya era insostenible para Bernardo, quien finalmente, en 1935, fue deportado a Panamá.
A la Guerra Civil
En Panamá, García Oquendo estuvo sólo algunos meses y gracias a contactos familiares consiguió un trabajo en España, embarcándose a Barcelona en 1935. Allí empezó a trabajar en Perfumerías Dana, a la par que ejercía como corresponsal de Ercilla, la revista aprista que publicaban en Chile sus compañeros exiliados. Era un momento de mucha tensión en la península y los rumores de una rebelión crecían. En julio de 1936 el general Francisco Franco se levanta en Marruecos dando inicio a la Guerra Civil Española, conflicto del que, idealista como era, Bernardo toma partido en el bando de los republicanos, y se enlista en la Brigada Internacional. Como oficial participó en importantes batallas como las de Teruel, Belchite, Aragón, el Ebro, Huesca, Monte de Escandón. En 1938, apelando a su doble nacionalidad, Bernardo ingresa al Ejército Republicano, y alcanza el grado de capitán, pero a pesar de su esfuerzo y el de sus compañeros, las fuerzas fascistas les infligen sucesivas derrotas. Tras el triunfo de Franco, García Oquendo, junto con otros combatientes civiles y militares, cruza la frontera de Francia y en este país es recluido en un campo de refugiados. Para entonces, 1939, su amigo aprista Nicanor Mujica estaba en París y pide al embajador de Chile en Francia, el poeta Pablo Neruda, que incluya a Bernardo García entre los chilenos que serán repatriados, ya que al Perú no podía volver por la persecución a los apristas. Fue así como Bernardo García volvió a América y se estableció en Santiago compartiendo el exilio con sus amigos de siempre, el Cachorro Seoane, Armando Villanueva y Hugo Otero. La nostalgia por la familia lo embargaba pero no podía hacer nada para volver al Perú. Durante este periodo en Chile, las viejas heridas de guerra le pasan factura y un sarcoma canceroso en la columna vertebral empieza a mellar su salud. En marzo de 1947, y con Luis Bustamante y Rivero como presidente, por fin pudo retornar al país. El reencuentro con su esposa e hijos fue emotivo, pero ya no le quedaban muchas fuerzas. García muere el 20 de mayo. Tenía 39 años.
Legado de lucha
Iván García Cabrejos dice que a pesar de no haber conocido mucho a su padre, su legado e idealismo lo marcaron como un hierro candente. Él también se convirtió en un activo militante aprista, fue encarcelado durante el gobierno de Odría, pasó 10 años de exilio en Brasil, pero a mediados de los años ochenta, en democracia, se convirtió en Ministro de Industria del primer gobierno de Alan García.
"Bernardo ha sido un ejemplo en mi vida. Fue un hombre honesto que se fue del país porque no tenía otra opción y creo que es tiempo que los peruanos y la historia sepan quién fue este hombre que luchó contra el abuso en su país, y fuera de él. Un gran ejemplo de vida", dice don Iván sosteniendo en sus manos los galones de capitán, aún pegados a un trozo de tela del uniforme que llevó su padre. Un trozo de tela que fue testigo de cómo aquel joven del Rímac enfrentó el abuso y el autoritarismo sin importar de dónde viniera este. Ese es su ejemplo.
Datos
DEL RÍMAC. Bernardo García nació en Lima el 30 de enero de 1908 y vivió en la rimense calle Marañón.
EN PRISIÓN. Compartió reclusión en el Panóptico (antigua cárcel de Lima) junto con Serafín del Mar, José Melgar y Juan Seoane, según el libro de este último, "Hombres y rejas".
HOMENAJE. Muere el 20 de mayo de 1947. Su sepelio fue presidido por el propio Víctor Raúl Haya de la Torre, quien ofreció un sentido discurso en memoria del amigo.
Fotos/leyendas (de arriba a abajo)
1. Un peruano que combatió al ejército de Franco. Bernardo García Oquendo fue uno de los fundadores del Apra y perteneció a este movimiento hasta que se exilió a Europa.
2. Periodistas. La plana mayor del diario La Tribuna. Manuel Solano, Hugo Otero, Bernardo García, Serafín del Mar, Alcides Espelucín, Luis Alberto Sánchez, Manuel Seoane, Luis López Aliaga, y otros.
3. Confianza. Credencial que da fe de la confianza entre Haya y García Oquendo.
4. Historia. Arriba derecha. El famoso fotógrafo Robert Capa fue testigo de los avatares de la Guerra Civil española, y en una de sus fotos retrató al joven oficial García Oquendo (el segundo desde la derecha). Abajo derecha. Durante la corte marcial que se le siguió por el atentado contra la vida del dictador Sánchez Cerro. Izquierda. Una foto dedicada por Haya de la Torre. "Para Bernardo, hermano de toda la vida. 1944".

19.5.07


Bernardo García Oquendo

Recuerdo que un día como mañana –20 mayo- pero hace 60 años –1947- el destino me impuso, a los 39 años, el atajo indeseado de partir.
He vuelto a Lima, después de años de exilio, para ver apenas las últimas luces y nieblas de mi ciudad.
Leales, mis compañeros de siempre me despiden: Víctor Raúl Haya de la Torre, entrañable “Ale” de las clandestinidades tiranas; Ramiro Prialé, Luis Alberto Sánchez, Pedro Muñiz, Felipe Cossío del Pomar, Nicanor Mujica, Luis Felipe de las Casas, Andrés Townsend y Alcides Spelucín, también. Y muchos más. Los abrazo, me abrazan todos.
Recuerdo a Chile, hospitalario y democrático, adonde llegué después de tres años en trincheras y batallas defendiendo a la España republicana de las garras fascistas de Franco, Hitler y Mussolini.
En el destierro sureño, los apristas seguimos soñando y bregando por nuestras ideas. Todos trabajamos en la editorial Ercilla que dirige El Cachorro Manuel Seoane, mi hermano. Tenemos poco pero sobra fraternidad y amor. No olvido la voz gruesa y bronca de Armando Villanueva.
Recuerdo los últimos días de la España Republicana. He sido deportado por la dictadura peruana de turno. Me enrolé sin dudas en la defensa de la causa libertaria. Soy brigadista internacional y luego miembro de las Brigadas Mixtas.
Sangre, muerte y dolor me han acechado en Teruel, Huesca, Belchite, El Ebro, Aragón y Huerríos. He ganado los galones nobles de capitán del Ejército Republicano Español.
Recuerdo a Nicanor Mujica, indesmayable y fiel, bregando en París por mi salida del campo de concentración en el que estoy confinado en los Pirineos franceses, ya derrotada la causa republicana. Lo consigue: convence al poeta Pablo Neruda para que Chile me abra las puertas a un nuevo exilio como republicano español.
Recuerdo a Hugo Otero cuando defendimos a El Cachorro de una segura detención en las afueras del Estadio Nacional. Fuimos enjuiciados.
Recuerdo a José Melgar –firme y limpio como el acero-, a Juan Seoane –bueno y generoso como el pan- y a Serafín del Mar, cuando presos en el Panóptico, la pena capital de la dictadura sanchezcerrista sobrevolaba nuestras cabezas por atentar contra El Mocho.
A Macho Melgar y a Juan les conmutan la pena pero con entereza soportan largos años de prisión. Fui absuelto gracias a mi abogado Ismael Biélich Flores.
Recuerdo los primeros años del partido y la fundación de La Tribuna.
Recuerdo el Rímac y a Adriana Cabrejos, madre ejemplar de nuestros hijos Iván y Adriana. Recuerdo a mi nieto, autor de estas líneas que también son mías.

12.5.07

El Chino en el túnel

Tras 18 meses en Chile –seis bajo prisión efectiva y el resto sometido a una orden de arraigo-, Alberto Fujimori está cada vez más cerca al final del túnel del proceso de extradición.
Si hay alguna tenue luz o más penumbra para su futuro político personal a la salida del agujero negro al que se metió por mano propia –confiando bobamente en su irreal capacidad de estratega y en su pasada buena estrella-, es un asunto incierto todavía según deja saber la prensa chilena que viene escudriñando las posibles inclinaciones entre los funcionarios de la justicia chilena que tendrán que resolver su caso en los meses siguientes.
El socio a tiempo completo de Vladimiro Montesinos aterrizó en noviembre de 2005 en Santiago convencido de que no sufriría contratiempos mayores y que desde ahí podía influir decisivamente a favor de sus candidatos en las elecciones de abril de 2006.
No paso ni lo uno ni lo otro. Su cálculo fue un estropicio total. Y hoy puede estar más próximo al banquillo de los acusados del que estuvo a buen recaudo mientras estuvo en su madriguera japonesa.
Dentro de un par de semanas debe haber una primera señal sobre el rumbo de su extradición en esta recta final.
La fiscal de la Corte Suprema Mónica Maldonado emitirá un dictamen que puede incidir significativamente sobre la actuación posterior de los demás protagonistas judiciales chilenos.
Según ha trascendido en medios sureños esta magistrada viene considerando cuatro delitos –que cumplirían con los requisitos y medios probatorios suficientes- para recomendar la extradición del ex mandamás golpista.
No son señales positivas para el extraditable y su legión de seguidores insomnes.
Uno, incluso, ha comenzado a aceptar tibiamente la idea de que sea extraditado para lo cual –anuncia- ya hay un plan de contingencia. ¿Fuga al Japón?
En el camino, los nervios conspiran contra la estrategia de defensa fujimorista. Porque no pudo haber peor momento que éste para presentar el documental “Al final del túnel”, producido, dirigido y protagonizado por el peruano-japonés.
O sea una apología de sus dotes y vocación para las operaciones militares antiterroristas que cuestiona en buena cuenta la idea de que Fujimori fue extraño al mundo castrense como ha alegado su defensa ante la justicia chilena para eximirlo de responsabilidad en los casos La Cantuta y Barrios Altos.
Su retorno no debe preocupar políticamente. Un último sondeo de la Universidad de Lima detecta que 82% está de acuerdo con su extradición. Igual de sólido que en noviembre de 2005.
El espantapájaros del complot

La idea de un complot político desestabilizador le queda más que grande a las protestas y movilizaciones de estos días.
El copyright de este espantapájaros le corresponde, en principio, a Javier Bedoya (UN) por lo que cabe preguntarse si su exagerada alerta no es otra vez consecuencia de un nuevo acto de fe.
Sin embargo, lo curioso –o acaso no tanto- es que el gobierno haya hecho suyo este argumento de derechas para pararse frente al problema.
Y curioso –por no decir candoroso- porque a la actual administración le sobra inteligencia y experiencia políticas para saber que en el desierto opositor no existe, hoy por hoy, nadie capaz de organizar y cohesionar bajo un mismo norte político la diversidad de demandas y expectativas sociales que se vienen desembalsando.
Para el día a día, para el impacto instantáneo, el patito de goma de Bedoya le sirve, no obstante, al régimen para esquinar políticamente la pegada mediática que las agitaciones locales vienen logrando. Y es que, guste o no, también son noticia.
Pero echar mano de un cuco político para explicar lo que viene aconteciendo socialmente también es regalarle en bandeja de plata un irreal protagonismo político al nacionalismo radical que infructuosamente ha tratado de capitanear Ollanta Humala.
El ahijado de Hugo Chávez debe de estar más que satisfecho con esta sonaja de la conspiración a toda máquina en los cuatro suyos. Le da una proyección que ni dormido hubiera soñado. Su última movida de pretensiones masivas, apelando al fácil antichilenismo, fue un fracaso total en Tacna.
Así, las aprensiones oficialistas haciéndole más que ojitos al desvelo –u, otra vez, acto de fe- de Tucán Jr. terminan deslizándose por el tobogán de un liderazgo político, inexistente por cierto, capaz de mover calculada y organizadamente a gentes en Ancash, Ica, Piura, Moquegua, Loreto, Huánuco y el mercado de Santa Anita en Lima.
Ni el PAP, el único partido realmente en el país, tiene esa capacidad. Menos el capitán de Madre Mía y su batallón de izquierdistas desconcertados.
Alguien debería contarle a los principales operadores gubernamentales sobre esa paradoja social por la cual, contrariamente a lo que dicta el sentido común y la mano invisible del mercado, a más bonanza económica, más reclamos sociales.
Y es lo que en buena cuenta está pasando en el país a falta de una real y eficaz redistribución de las riquezas que han disparado el país hasta casi las cumbres de los resultados macro económicos.
Demasiado muñeco, para tan pocos cuervos políticos.