20.12.06

Inmundo se fue el tirano

El tirano chileno ha muerto. No como merecía, es decir, condenado por la justicia y encerrado en una cárcel por las atrocidades inmensas que organizó, alentó y consintió, con frialdad sanguinaria, durante los 17 años de dictadura que encabezó con voz y rostro repletos de cinismos.
Pero Augusto Pinochet Ugarte ha muerto sin gloria y sin reconocimientos más allá de su legión de impenitentes seguidores locales.
Ningún jefe de Estado, gobierno o ex mandatario democráticos, con la deshonrosa excepción de Margaret Thatcher, su comadre en la traición pinochetista de Las Malvinas, ha lamentado su partida.
En su país, el gobierno democrático dispuso, como correspondía, que en sus exequias no recibiera honores de Presidente. Ni duelo nacional ni banderas a media asta, salvo en sedes militares desde donde, al final, se le despidió apenas como ex jefe del Ejército.
Ninguna condolencia respetable, ninguna presencia notable en sus funerales. Así se fue el déspota a quien le gustaba jactarse, mientras dictaba muerte y barbarie dentro y fuera de Chile, que en su país no se movía una hoja sin que él no lo supiera.
Miles de muertos y desaparecidos, miles más de torturados y perseguidos, decenas de campos clandestinos de prisioneros, los espantos de la Caravana de la Muerte, los crímenes de la Operación Cóndor, la espeluznante DINA misma SS de Himmler y un largo etcétera de horror y oprobio que se prolongó por casi dos décadas.
Quien diga que tal es el precio que debe pagarse para sacar adelante un país y tener una economía en las puertas del desarrollo, es un desalmado necio y un réprobo de la razón.
Porque entre el nefando 11 de septiembre de 1973 y cuando menos 1982 –o sea nueve años después del golpe miserable- la economía chilena iba de tumbo en tumbo. Ni despegue milagroso ni salto automático hasta las cumbres del crecimiento y la modernidad durante la mitad de la dictadura.
Claro que la situación política y económica era crítica y desastrosa en tiempos del gobierno democrático de Salvador Allende. Pero el cruel atajo pinochetista jamás podrá ser ejemplo para resolver adversidades por más terribles que éstas sean.
Pinochet se ha ido con el baldón de arrestos domiciliarios, desafuero de su inmunidad, 500 días de detención en Londres, varios procesos por violaciones a los DD.HH. y cuentas millonarias en el Riggs Bank. O sea se fue como llegó al poder: inmundo.
Allende con todos sus errores se fue con coraje y dignidad, de pie, como presidente democrático y sin ningún deshonor.

18.11.06

Después de mañana

La novedad cantada: independientes como cancha ganando en regiones y municipios. En realidad, nada nuevo si se repasa los resultados de la elección para gobiernos locales de 2002 y, acaso, cualquiera anterior realizada en los últimos años.
Sin embargo, el dato relevante entonces fue la consolidación del PAP como primera fuerza política: ganó 12 regiones (de un total de 25), 32 alcaldías provinciales (194) y 204 municipios distritales (1625).
Pese al alud independiente, otros partidos o alianzas con trayectorias y permanencias en el activismo político a nivel nacional, también obtuvieron en el 2002 votaciones para imaginar un crecimiento y consolidación en cuanto a representación a futuro.
Por ejemplo, UN ganó 13 alcaldías provinciales y 141 distritos; Somos Perú 18 y 144; Perú Posible 11 y 194; AP 11 y 106; y UPP-Frente Amplio 6 y 35.
La pregunta es si estas agrupaciones, al cabo de cuatro años de administración regional-municipal, han logrado resultados positivos de gestión para alcanzar nuevas plazas o, cuando menos, para mantener las ya ganadas.
Por lo que han dejado ver las encuestas –poco con relación al interior del país- es bastante probable que esta agrupaciones pierdan terreno en el espacio de la representación y gestión locales.
Es decir, después de mañana lo que podemos tener es un mapa político con un mayor grado de fragmentación y dispersión que puede tornar mucho más difícil la tarea de satisfacer demandas sociales desde el gobierno central. Siempre será más complicado dialogar y negociar con 100 o más a la vez que hacerlo con seis u ocho agrupaciones con liderazgo y organización nacionales.
De la mano con este escenario, está la idea de que no saldrá de estos comicios ninguna primera gran fuerza política como ocurrió cuatro años atrás.
Para el oficialismo esta será una buena y mala noticia al mismo tiempo.
Mala porque el PAP no sólo va a perder importantes gobiernos regionales sino posiblemente también hasta bastiones municipales históricos en el norte con lo que su imagen de fortaleza se va a ver menguada.
Pero buena porque no va a tener al frente una fuerza opositora de peso con capacidad para palanquear desde regiones o concejos, movilizaciones y protestas dentro de una estrategia política de largo plazo.
Para las fuerzas con aspiraciones serias de oposición al gobierno, los resultados de mañana van a marcarles un temprana llamada de alerta sobre sus actuales y enormes yerros que las siguen colocando cada vez más en los márgenes de la representación política, especialmente en el interior del país. Desde UN hasta el PNP.

29.6.06

Una grieta hierve en la olla

(La Primera, 7 de junio de 2006)

Más temprano que tarde, el dúo electoral UPP-PNP comienza a enfrentar los primeros problemas serios post derrota electoral en la segunda vuelta.
Más de una señal, en realidad, más de una voz, va anunciando una ruta de cisma en la tienda de campaña de los socios nacionalistas.
Suele decirse que tras las victorias abundan siempre generales; curiosamente, después de la precaria derrota en las urnas sufrida por la apurada sociedad electoral encabezada por Ollanta Humala, comienzan a sobrar comandantes.
Las madrugadoras grietas amenazan avanzar hasta los 45 escaños obtenidos por la olla.
La convocatoria a la construcción de un frente nacionalista de cara a los comicios regionales y municipales de noviembre, le ha sabido como chicharrón de sebo al partido que alquiló vientre a cambio de una existencia electoral –impensada en otras circunstancias- en el firmamento de la política.
El upepismo parlamentario puede estar comenzando a advertir que puede ser una mejor apuesta a futuro, desengancharse del radicalismo en el que ha estado encarrilado, mismo vagón, durante la campaña, para construir un juego propio en el escenario de los próximos cinco años.
En realidad, UPP, con 19 congresistas elegidos, constituye toda una bancada casi equivalente, en votos, a la de UN.
Una fuerza nada desdeñable en la perspectiva de un Congreso en el que la construcción de consensos pro gobernabilidad democrática será relevante durante el quinquenio 2006-2011.
La especulación, abonada por las opiniones recientes de voceros de una y otra asas de la olla, puede terminar agarrando auténtico punto de cocción en la medida que el frente que anuncian Humala y cercanos, es una puerta abierta a la inclusión de agrupaciones y movimientos ubicados en la franja ancha del radicalismo antisistema, marea en la que más de un izquierdismo, sin faros ni mapas desde hace años, trata ahora de hacerse sitio.
Y en el horizonte más inmediato post elecciones, Ollanta Humala va a empezar a descubrir que en realidad no ha cambiado ninguna agenda y ningún mapa políticos.
Ambos han estado ahí desde buen tiempo atrás buscando infructuosamente una representación que, efectiva y eficazmente, comience a ponerle fin en serio a la marginación y postración en la que se encuentran sumidos millones de peruanos.
Hoy fue él; mañana puede ser otro. O ninguno.
Mucho dependerá de lo que haga el próximo gobierno.