31.3.07

No fui yo, fue teté

Una catana atravesada en la garganta militarista de Alberto Fujimori.
Tal la imagen y el efecto del alegato de defensa contra su extradición presentado por sus abogados chilenos Gabriel Zaliasnik y Francisco Velozo.
Porque lo expuesto por ambos a lo largo de 296 páginas para exculparlo penalmente de todo lo imputado por el Estado peruano en este proceso, tiene que haber contado con su aprobación.
Aunque alguien debería irles advirtiendo a uno y otro que no se sorprendan si más adelante su defendido, fiel a su estilo y su espíritu, sale a clamar que él jamás avaló tales descargos que, por cierto, califican para el Guiness de las más destacadas lavadas de manos en la historia universal de la infamia.
El descaro de sus defensores chilenos – y de Fujimori, por cierto- alcanza alturas de pelada puna argumental en cuestiones medulares.
Sostienen, por ejemplo, que el extraditable fue un extraño –outsider- en la política peruana hasta 1990 y que por ello llegó casi en condición de inmaculado cordero pascual al poder. Por lo tanto –prosiguen- mal pudo haber concentrado de forma absoluta el poder político y castrense.
¿Y el golpe del 5 de abril de 1992, apoyado por una cúpula militar que usurpó las FF.AA.? Hecho tan decisivo que marcó el nacimiento del régimen autoritario de los 90, no existe en el enjuague defensivo de Alberto Kenya y sus escuderos legales.
Todo, por supuesto, construido de cara a probar que el ex socio mayor de Montesinos –quien tampoco existe según Zaliasnik y Velozo- nada tuvo que ver con los crímenes de La Cantuta y Barrios Altos.
Pero la cosa no queda ahí. Dicen los tres, que el móvil en el caso La Cantuta tuvo su origen en el Ejército del Perú y que “...la decisión de dar muerte respondió a la decisión de oficiales de ejército, una vez bastante avanzado el operativo militar” (pp. 137-138).
O sea, con ostra olímpica, no fui yo, fue teté. Y como esta, varias miserias y ruinas que pintan de cuerpo entero a quien se vanagloriaba de ser el cerebro de la Operación de Huantar o de simular ser un cuasi héroe militar en la Cordillera del Cóndor durante la Guerra del Cenepa.
Poca voz, vergüenza y cara le deben quedar a Fujimori para hablar de las FF.AA.
Bien haría la institucionalidad militar –la que nada tiene ni tuvo que ver con la cúpula de Hermoza Ríos y Montesinos- en pronunciarse con mayor firmeza sobre esta nueva fechoría e insulto del peruano-japonés.
Remojón popular

Paradojas del verano 2007: primera temporada en serio de turbulencias políticas en las alturas del gobierno, pero la aprobación presidencial alcanza su cota más empinada desde septiembre de 2006 en Lima.
Lo dice la última encuesta de la Universidad Católica (2-3 de marzo, 449 entrevistados, Lima).
Por primera vez en casi ocho meses de gestión, el respaldo al presidente Alan García traspasa la frontera del 60% en la capital, siempre dentro de la serie de mediciones realizadas por la PUCP.
De febrero a marzo pasa de 55% a 64%. Casi 10 puntos escalados en el que acaso haya sido el mes más erisipelado hasta ahora.
Comparados, estos dos últimos muestreos permiten apreciar, a primera vista, que la adhesión hacia AGP trepa, especialmente y en valores agregados, desde el incierto y volátil rincón de los indecisos: de 14% (febrero) se reducen a 8% (marzo).
Pero lo verdaderamente destacado se advierte cuando se repasan los resultados desagregados, es decir, por niveles socioeconómicos o por grupos de edad.
Un mes atrás, los sectores limeños más pobres (D/E) aprobaban la gestión presidencial al 48%; hoy, 68% de esa misma franja ciudadana lo apoya. O sea 20 puntos más en los territorios de las siempre codiciadas y decisivas masas populares.
Y un dato estadístico más: entre los jóvenes (18 a 29), el respaldo llega a 76% en la coyuntura.
Buenas cifras, en suma, si se toma en cuenta que en el camino de estas últimas semanas, el régimen ha hecho frente a una auténtica cadena de yerros mayúsculos con reflejos lentos y confusos, por momentos, para aplicar efectivas medidas de control de daños.
¿Qué explica entonces este alza de AGP en el mercado de la opinión pública?
Varias respuestas más allá del verbo encantado.
Para empezar, AGP ha sabido pararse –a contrapelo de las advertencias de un desgaste por sobreexposición- tanto frente a situaciones favorables como adversas. Sobre todo, no se ha comprado ningún pleito. Por el contrario, ha cosechado a su favor con cada uno de ellos. Y ha cortado por lo sano con frialdad cirujana en más de una ocasión. (O sea el político que Toledo nunca fue).
Luego, tras ocho meses haciendo gobierno, podrían estarse sintiendo algunos primeros resultados de obras e iniciativas pro sectores postergados y empobrecidos. Lo que explicaría el salto aprobatorio en los niveles D/E.
Una férrea disciplina de austeridad, sin excesos ni frivolidades suntuarias, también sigue favoreciéndolo.
Y, por cierto, la estupenda singladura de la economía es un mar inmejorable para remojarse en las aguas de la aprobación popular.