1.6.07


Hugo Chávez, El Mínimo

Si el tirano venezolano imaginó que su zarpazo despótico contra Radio Caracas de Televisión (RCTV) no provocaría consecuencias mayores, se equivocó de banano a banano.
Durante casi una semana, ininterrumpidamente, Venezuela es escenario de intensas jornadas de protestas contra el cierre decretado contra un canal de televisión que se atrevió a disentir de los dictados informativos que viene imponiendo la jauría simia trepada en las ramas del poder.
Para celebrar la monada totalitaria, el macaco mayor ha hecho aullar y brincar a sus secuaces bolivarianos en un acto público de respaldo al garrotazo. Y ellos, como monos de organilleros, felices.
Hasta ahora, las movilizaciones contra el régimen primate de Hugo Chávez asoman con fuerza relativa para prolongarse y extenderse, convocando incluso a sectores proclives al chavismo.
Mientras tanto, la condena internacional –de la que Chávez venía librándose pese a todas sus trapacerías antidemocráticas- se multiplica como reacción en cadena.
Desde el Senado de los EE.UU. hasta el Parlamento Europeo, además del amplio abanico mundial de organismos pro derechos humanos y libertad de prensa, los cuestionamientos han sido rotundos y sin medias tintas.
Es hora, por cierto, de que la OEA deje las tibiezas y se ponga los pantalones. Lo mismo vale para el Congreso y gobierno peruanos.
Ya el presidente Lula y su gobierno, amigos del régimen de Caracas, han levantado la voz – a través de un comunicado oficial y la llamada al embajador venezolano en Brasilia- tras los ataques lanzados por el King Kong del Orinoco contra el Congreso brasileño que también se atrevió a criticar la medida contra RCTV.
Por primera vez, el déspota llanero comienza a enfrentar la posibilidad de un aislamiento externo, y acaso también interno, en serio.
La argucia chavista para disfrazar un atentado a la libertad de prensa y de expresión como un asunto meramente legal –la no renovación de la concesión a RCTV- es otra monería ramplona.
Basta leer el “Libro Blanco de RCTV” –escrito por el séquito aullador bolivariano- para darse cuenta de que los motivos son todos políticos. Intolerancia de la caverna. Fascismo travestido de revolución.
El monazo de la boina ya amenazó con aplicarle “el mínimo” –que en jerga venezolana equivale a bajarle moño y la viada- al canal Globovisión, único sobreviviente opositor televisivo, al que acusa ahora, además de incitar al magnicidio.Tal, pues, el mandamás de la petrodictadura: breve, corto, infinitesimal, fraccional, pequeño, nimio. Digno de un tirano pasar a la historia como El Mínimo.

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