23.6.07

Fujimori, profesional de la fuga

La posibilidad de ocupar un escaño como senador en la Dieta japonesa es el capítulo que le estaba faltando a la biografía de cobardía de Alberto Fujimori.
Aunque todavía no ha dado a conocer si acepta la invitación electoral del Kokumin Shinto (Nuevo Partido Popular, NPP), las versiones en el sentido de que finalmente será candidato vienen aumentando con el correr de las horas.
Por lo pronto, el peruano-japonés ya retrasó el anuncio de su decisión hasta la próxima semana, señal inequívoca de que está meditando en serio –y temblando- en esta puerta de escape luego del informe pro extradición de la fiscal chilena Mónica Maldonado.
Sin embargo, resta aún mucho sushi por cortar: primero, obtener los suficientes votos nipones para ser elegido (el NPP obtuvo en los comicios de 2005 apenas 1.7%); y, segundo, lograr jurídicamente que el proceso de extradición quede truncado por su eventual condición de parlamentario japonés.
Ni lo uno ni lo otro los tiene a estas alturas asegurados el extraditable.
Pero lo que de seguro sí logrará, en el caso de postular, es propinarle un nuevo y duro revés –acaso el definitivo- a su imagen y a sus seguidores, bancada parlamentaria incluida.
Porque será más que difícil y vergonzoso sostener la defensa de un Fujimori embarcado en esta maniobra, la tercera en su historial de profesional en el arte de la fuga: la primera fue la noche del 13 de noviembre de 1992 y la segunda en noviembre de 2000. Y todas huidas a Japón.
Tomar ahora la ruta hacia su madriguera ancestral –incluso si no llega a puerto- lo alejará por primera vez en serio del escenario de la política local. Y de pronto, para siempre.
Sin su caudillaje en carne y hueso, en vivo y en directo, el fujimorismo correrá la misma suerte que otras tantas corrientes políticas instaladas alrededor de tiranuelos republicanos: leguiísmo, sanchezcerrismo, odriísmo y un largo etcétera.
Mientras tanto, la idea de que Alberto Kenja se convierta en senador japonés comienza a provocar grietas en las filas de sus defensores más connotados, indicio claro de que la aventura parlamentaria puede fracturar irreversiblemente su movimiento.
En ese sentido, han sido más que elocuentes las desavenencias entre la exaltación de luchador de sumo de Carlos Raffo, el enojo sin medias tintas de Martha Chávez y la lacónica recomendación de Santiago Fujimori a su hermano para que no acepte la invitación de Shizuka Kamei, líder del NPP, quien fue acusado en las elecciones de 2004 de destinar fondos para la compra de votos. Nada menos.

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