Mi padre, héroe de veras
Iván García Cabrejos
(La República, 20 de mayo de 2007)
El 20 de mayo de 1947, un día como hoy, murió en Lima, su ciudad natal, Bernardo García Oquendo, mi padre. A los sesenta años de su partida definitiva, trazo aquí una rápida semblanza de este luchador social que en su paso por la vida fue un ejemplo de lealtad y honestidad a sus principios.
En 1931 ya era uno de los primeros activistas y dirigentes apristas. Fue fundador del diario "La Tribuna". En marzo de 1932 José Melgar Márquez, Juan Seoane, Serafín del Mar y Bernardo García son puestos a disposición de una Corte Marcial acusados de atentar contra la vida del dictador Luis M. Sánchez Cerro.
El paredón ronda a todos pero, al final, solo son condenados a muerte los dos primeros; se les conmuta la pena pero les espera larga y severa prisión igual que a Del Mar. Bernardo es absuelto.
Durante la gran clandestinidad aprista, el 4 de octubre de 1933, el Negro García –como también lo llamaban cariñosamente sus amigos– es designado para ocupar el cargo de Secretario de Correspondencia de Víctor Raúl Haya de la Torre.
También es Subsecretario Nacional de Prensa y Propaganda al lado de Manuel Seoane.
En febrero de 1934 la nueva dictadura de Oscar R. Benavides intenta apresar a Manuel Seoane en el Estadio Nacional. Hay una terrible balacera y muere uno de los soplones de la época.
Más persecución y un nuevo juicio. Fueron acusados Manuel Seoane, Bernardo García, Alfonso Granda Pezet y Hugo Otero. Todos fueron declarados inocentes.
En julio de 1935 Bernardo es deportado a Panamá.
Viaja a España, se establece en Barcelona y cuando estalla la Guerra Civil Española se enrola como brigadista internacional para defender a la República del zarpazo fascista.
Más adelante ingresa al Ejército Republicano Español (ERE) como integrante de la 104 Brigada Mixta del Ejército del Este.
Huesca, Belchite, Aragón, Teruel y El Ebro son algunas batallas y frentes en los cuales, con valentía y honor, gana sus galones de oficial. Al finalizar esta cruenta guerra ejerce el grado de Capitán del Ejército Republicano Español.
En Perpignan, Francia, está internado en un campo de refugiados republicanos.
Nicanor Mujica logra que Pablo Neruda, cónsul encargado de la repatriación de republicanos, le conceda a Bernardo visado de ingreso a Chile, país al que llegará a fines de 1939.
La guerra dejó en su organismo huella y su salud está fuertemente comprometida. Regresa al Perú en marzo de 1947 y el 20 de mayo de ese mismo año, muere.
Las palabras finales de despedida en su entierro las dieron Haya de la Torre, Andrés Townsend Ezcurra y Luis Felipe de las Casas.
Leoncio Roda, en su calidad de personero del Gobierno Español Republicano en el exilio, dijo de Bernardo García en su discurso: "...marchó a mi patria cuando su suelo se hallaba ensangrentado intensamente por la rebelión franquista y la ayuda nazi-fascista del mundo, y en España, como si defendiese, y no se engañaba, un patrimonio común con los españoles que daban sus vidas por defender las libertades patrias, combatió con tal heroísmo y por tan largos meses que se hizo acreedor al grado de Capitán del ejercito leal.
En 1963, Luis Alberto Sánchez en su columna "Cuaderno de Bitácora" recordó al Negro con la siguiente frase: "Bernardo García (héroe de veras)".
Ese hombre fue mi padre y cuando murió tenía 39 años de edad
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