12.5.07

El Chino en el túnel

Tras 18 meses en Chile –seis bajo prisión efectiva y el resto sometido a una orden de arraigo-, Alberto Fujimori está cada vez más cerca al final del túnel del proceso de extradición.
Si hay alguna tenue luz o más penumbra para su futuro político personal a la salida del agujero negro al que se metió por mano propia –confiando bobamente en su irreal capacidad de estratega y en su pasada buena estrella-, es un asunto incierto todavía según deja saber la prensa chilena que viene escudriñando las posibles inclinaciones entre los funcionarios de la justicia chilena que tendrán que resolver su caso en los meses siguientes.
El socio a tiempo completo de Vladimiro Montesinos aterrizó en noviembre de 2005 en Santiago convencido de que no sufriría contratiempos mayores y que desde ahí podía influir decisivamente a favor de sus candidatos en las elecciones de abril de 2006.
No paso ni lo uno ni lo otro. Su cálculo fue un estropicio total. Y hoy puede estar más próximo al banquillo de los acusados del que estuvo a buen recaudo mientras estuvo en su madriguera japonesa.
Dentro de un par de semanas debe haber una primera señal sobre el rumbo de su extradición en esta recta final.
La fiscal de la Corte Suprema Mónica Maldonado emitirá un dictamen que puede incidir significativamente sobre la actuación posterior de los demás protagonistas judiciales chilenos.
Según ha trascendido en medios sureños esta magistrada viene considerando cuatro delitos –que cumplirían con los requisitos y medios probatorios suficientes- para recomendar la extradición del ex mandamás golpista.
No son señales positivas para el extraditable y su legión de seguidores insomnes.
Uno, incluso, ha comenzado a aceptar tibiamente la idea de que sea extraditado para lo cual –anuncia- ya hay un plan de contingencia. ¿Fuga al Japón?
En el camino, los nervios conspiran contra la estrategia de defensa fujimorista. Porque no pudo haber peor momento que éste para presentar el documental “Al final del túnel”, producido, dirigido y protagonizado por el peruano-japonés.
O sea una apología de sus dotes y vocación para las operaciones militares antiterroristas que cuestiona en buena cuenta la idea de que Fujimori fue extraño al mundo castrense como ha alegado su defensa ante la justicia chilena para eximirlo de responsabilidad en los casos La Cantuta y Barrios Altos.
Su retorno no debe preocupar políticamente. Un último sondeo de la Universidad de Lima detecta que 82% está de acuerdo con su extradición. Igual de sólido que en noviembre de 2005.

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