Hugo Chávez atrapado
Casi una semana después de su derrota en las urnas, no queda claro hasta ahora hacia adónde enrumban Hugo Chávez y su trasnochada revolución bolivariana.
¿Ensanchamiento de la tolerancia y de los espacios democráticos de aquí al 2013? O, por el contrario, ¿insistencia en las “reformas constitucionales”, por otras vías, para perpetuar el régimen y consolidar un gobierno unipersonal todopoderoso?
¿Una fórmula intermedia entre ambos extremos con agenda negociada entre oficialismo y oposición?
En realidad, todas las opciones son perfectamente posibles si se atiende al verbo post referéndum del mandamás venezolano.
El mismo Hugo Chávez parece no tener claro qué hacer tras perder los comicios del domingo pasado.
Porque ha habido tantos Chávez como palabras en boca del primer locutor venezolano.
Un auténtico deschave de contradicciones, remilgos, amenazas, diatribas y hasta cuadradas a sus seguidores.
Primero apareció –inmediatamente después de los demorados resultados electorales, en la madrugada del lunes- el presidente que reconocía la victoria del No en vista de que la tendencia de la votación era irreversible.
Luego, apenas horas más tarde, asomó la quintaesencia cuartelaria del gobernante para calificar el triunfo de la oposición como una “victoria de mierda” y amenazar con sacar adelante de todas formas los cambios para eternizarse en el poder.
Finalmente, le ha jalado las orejas a chavistas de todo pelaje que no fueron a votar y ha anunciado que por culpa suya tendrán que irse del Palacio de Miraflores en 2013.
Según varias análisis e informes periodísticos venezolanos, Chávez no sólo termina esquinado como consecuencia de una derrota que daba por ganada, sino que estaría efectivamente flanqueado por sectores militares que han decidido ponerle límites a su delirio bolivariano.
Es el factor militar de estas horas el que puede estar explicando los repentinos cambios de discurso que el bravucón del Orinoco viene protagonizando.
Por ejemplo, el ministro de Defensa, general Gustavo Rangel, ha señalado sin medias tintas que “la Constitución de 1999 es la verdaderamente relevante y es la que quiere el pueblo venezolano”
Un antecesor suyo en el cargo, el vicealmirante Orlando Maniglia, ha discurrido en el mismo sentido afirmando que “la Constitución de 1999 es la gran ganadora de todo esto porque tiene el mecanismo de protección”.
Y uno más que ha ido aun más lejos: el general retirado Fernando Ochoa, también ex ministro de Defensa, ha dicho que “el sentimiento dentro de la Fuerza Armada era muy contrario a la reforma". Nada menos.
Como nunca desde que llegó al poder, Chávez está atrapado entre una derrota política y la piedra angular de su régimen: los militares.
Casi una semana después de su derrota en las urnas, no queda claro hasta ahora hacia adónde enrumban Hugo Chávez y su trasnochada revolución bolivariana.
¿Ensanchamiento de la tolerancia y de los espacios democráticos de aquí al 2013? O, por el contrario, ¿insistencia en las “reformas constitucionales”, por otras vías, para perpetuar el régimen y consolidar un gobierno unipersonal todopoderoso?
¿Una fórmula intermedia entre ambos extremos con agenda negociada entre oficialismo y oposición?
En realidad, todas las opciones son perfectamente posibles si se atiende al verbo post referéndum del mandamás venezolano.
El mismo Hugo Chávez parece no tener claro qué hacer tras perder los comicios del domingo pasado.
Porque ha habido tantos Chávez como palabras en boca del primer locutor venezolano.
Un auténtico deschave de contradicciones, remilgos, amenazas, diatribas y hasta cuadradas a sus seguidores.
Primero apareció –inmediatamente después de los demorados resultados electorales, en la madrugada del lunes- el presidente que reconocía la victoria del No en vista de que la tendencia de la votación era irreversible.
Luego, apenas horas más tarde, asomó la quintaesencia cuartelaria del gobernante para calificar el triunfo de la oposición como una “victoria de mierda” y amenazar con sacar adelante de todas formas los cambios para eternizarse en el poder.
Finalmente, le ha jalado las orejas a chavistas de todo pelaje que no fueron a votar y ha anunciado que por culpa suya tendrán que irse del Palacio de Miraflores en 2013.
Según varias análisis e informes periodísticos venezolanos, Chávez no sólo termina esquinado como consecuencia de una derrota que daba por ganada, sino que estaría efectivamente flanqueado por sectores militares que han decidido ponerle límites a su delirio bolivariano.
Es el factor militar de estas horas el que puede estar explicando los repentinos cambios de discurso que el bravucón del Orinoco viene protagonizando.
Por ejemplo, el ministro de Defensa, general Gustavo Rangel, ha señalado sin medias tintas que “la Constitución de 1999 es la verdaderamente relevante y es la que quiere el pueblo venezolano”
Un antecesor suyo en el cargo, el vicealmirante Orlando Maniglia, ha discurrido en el mismo sentido afirmando que “la Constitución de 1999 es la gran ganadora de todo esto porque tiene el mecanismo de protección”.
Y uno más que ha ido aun más lejos: el general retirado Fernando Ochoa, también ex ministro de Defensa, ha dicho que “el sentimiento dentro de la Fuerza Armada era muy contrario a la reforma". Nada menos.
Como nunca desde que llegó al poder, Chávez está atrapado entre una derrota política y la piedra angular de su régimen: los militares.
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