10.11.07

13-N: 15 años después

El próximo martes 13 se cumplirán 15 años del movimiento castrense que lideró el general Jaime Salinas Sedó para restaurar la democracia que una camarilla golpista –comandada por Fujimori, Montesinos y Hermoza Ríos- disolvió la noche del 5 de abril de 1992.
No sólo fue un acto amparado en la Constitución –el derecho a la insurgencia ante el quiebre del orden democrático- sino también un gesto repleto de valentía y coraje.
En rigor, el plan nunca llegó a ponerse en marcha. Hubo contratiempos y su ejecución fue suspendida, pero una delación le permitió al corrupto ex asesor desplegar tropas y mandar generales para capturar la madrugada del 13 de noviembre de 1992 a los comprometidos con la causa restauradora.
Mientras Salinas Sedó esquivaba los balazos que le lanzaba en frenética persecución el general Luis Pérez Documet –entonces jefe de la DIFE-, Alberto Fujimori corría como un conejo a refugiarse en la embajada del Japón.
Un adelanto de lo que, curiosamente, casi por la misma fecha pero ocho años después, haría el ahora preso del Fundo Barbadillo al emprender su fuga hacia Tokio.
Para los insurgentes vino la carcelería canalla: el cuartel Bolívar con ventanas tapiadas; Canto Grande junto a terroristas y presos comunes; finalmente, el Real Felipe.
En el camino, varios fueron sometidos a torturas físicas dirigidas por el propio Montesinos. Agresiones cobardes que fueron relatadas de puño y letra con lujo de detalles. Denuncias todas que fueron públicas gracias a los pocos medios que se atrevieron a enfrentarse a la dictadura mafiosa.
Pese a ello, no le tembló a Fujimori una ceja para mantenerlo a su lado, en la máxima intimidad del poder asaltado, y para defenderlo a capa y espada.
En los archivos de la época están los escritos y mensajes que Salinas Sedó redactó durante su cautiverio y en los que explicó las razones que los llevaron a planear el derrocamiento del régimen golpista y corrupto.
Están ahí ya advertidas las maniobras para someter a cálculos políticos a las FF.AA.; los chantajes y extorsiones; la maquinaria para sucesivos fraudes electorales –el primero habría sido en los comicios para el CCD de noviembre de 1992-; y la corrupción a gran escala.
Recordar ese 13 de noviembre debe ser ejercicio obligado de memoria para que no se repitan noche infames como la del 5 de abril.
Y en ese recuerdo, junto a Salinas Sedó, tienen que estar José Pastor Vives, Manuel y Víctor Obando, Luis Soriano Morgan, César Cáceres Haro, Salvador Carmona, Marko Zárate, Enrique Aguilar del Alcázar y Hugo Ormeño, entre varios más.

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