15.8.08

Otoronguismo Unido

Las recientes fracturas en las bancadas de Unidad Nacional (UN) y UPP no parecen haber alterado, a primera vista, grandes cosas en el escenario parlamentario de fuerzas políticas.
Es lo que se puede deducir tras la distribución de las presidencias de las 22 comisiones ordinarias. Básicamente, casi todos los partidos han mantenido, en este sentido, cuotas similares de poder respecto de la legislatura anterior.
Con la excepción, claro, de UN que pierde un grupo de trabajo, ahora en manos de su escisión convertida en Unión Nacional; y de UPP que cede dos a favor de su facción rebelde y radical transformada en Unidad Patriótica Peruana-Bloque Popular.
El resto sigue donde estaba y donde quería.
La única controversia relativamente seria zumbó en torno a la comisión de Fiscalización, pretendida por el radicalismo que encarnan, hoy por hoy, el nacionalismo humalista y el upepismo que escogió la ruta de la diáspora (UPP-BP).
Al final, el asunto se resolvió mediante las negociaciones habituales en la Junta de Portavoces: UPP pro oficialista (sucursal Vega) presidirá otra vez la comisión potencialmente más incómoda para los festines, corruptelas y enjuagues que trajinan siempre por los vericuetos del poder.
Aunque no hubo temblores mayores, cierto es también que este Congreso 2008-2009 ya es mucho más precario y complejo para la construcción de consensos debido a su evidente dispersión y fragmentación de fuerzas.
En apenas dos años, la debilidad institucional de los partidos –acaso con la sola excepción del PAP- y la mediocridad de muchos de sus representantes, han terminado de erigir un Congreso muy distinto en el fondo al que eligieron los ciudadanos en las elecciones de 2006.
¿Cuánto representa este poder del Estado a la voluntad popular expresada en las urnas hace dos años? Muy poco, en realidad casi nada.
Sin contar, por supuesto, el rechazo creciente que suscitan pellejerías de todo calibre. Algunas estadísticas han adelantado que casi 50% de legisladores ha pasado, con algún caso a cuestas, por la comisión de Ética.
Y los cubileteos y arreglos en la sombra para salvar pescuezos a cambio de apoyos y votos, han sido y son a veces abiertamente desfachatados.
Extraño mundo parlamentario en el que varias fuerzas tienden a la atomización, pero los feudos o cotos de poder se mantienen casi intactos; y en el que más de un sapo sigue como si nada en su curul gracias a mecanismos de impunidad organizados para lo mismo, o sea para que todo siga igual aunque ya todo no sea lo mismo.
Y es que al final manda una sola gran ley: el Otoronguismo Unido, jamás será vencido.

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