12.5.08

Garabato fujimorista

El fujimorismo ya está garabateando un plan proselitista para el todavía lejano 2011.
Es lo que descubre el ampay periodístico al acusado Alberto Fujimori en plena audiencia judicial.
No hay, en realidad, grandes novedades en los apuntes del ex socio full time de Vladimiro Montesinos, salvo que el fujimorismo sigue disponiendo de una buena chequera para gastos de una campaña electoral que no existe aún en el horizonte de la política local.
Más noticia es el estreno de Javier Valle Riestra como consejero jurídico de la defensa que encabeza César Nakasaki, el abogado de casi todos los “buenos muchachos” de la década pasada.
Sin embargo, el dato más relevante y revelador es que la foto con las manos en la masa, y en el papel, del reo del ex Fundo Barbadillo, también es un mensaje a sus seguidores y simpatizantes.
Básicamente, la idea que transmite es que no está muerto políticamente. Que está en el banquillo de los acusados pero que sigue activo y vivo desde su carcelería y que, más allá del trance judicial del momento, está al frente del timón de todas las taifas electoreras que ha inventado desde 1990.
Comunica, incluso, que desde una muy probable vida en la sombra por varios años, seguirá haciendo política. Es decir, que una eventual condena no lo deja fuera del escenario.
Más allá de entusiasmar a incautos y a poseídos tipo Carlos Raffo, la maniobra de papel tiene debilidades insalvables para las exigencias del oficio de la política electoral nacional.
En ese papel, Alberto Kenya es una tenue y mala sombra de Napoleón en su último confinamiento insular.
Creer que desde detrás de las probables rejas futuras, podrá continuar acaudillando votos, vía doña Keiko, su hija, o el termocéfalo Kenyi, su hijo, confirma que papi sigue siendo, sin su ex asesor al lado, un auténtico desbrujulado y que de estratega genial tiene casi nada, como lo demostró con su viaje de Tokio a Santiago de Chile.
Más de 60% (última encuesta capitalina de la Universidad de Lima) considera que el ex mandón de los 90 es culpable de los delitos que se le imputan.
Alberto Fujimori tiene amarrada al cuello, hasta el fin de sus días, el ancla de la corrupción. Y no tiene como quitársela de encima.
Con ese peso tirando hacia abajo y una sentencia que lo excluirá del demiúrgico contacto con electores, la campaña de Fuerza 2011 no pasa de un garabato más. Como los muchos que fue sacando de la manga de mago artero durante más de diez años en el poder que construyó golpistamente.

Foto: diario Peru.21

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