18.3.08

El Congreso “retula” después del ula ula

En menos de lo que canta un gallo –de la noche del miércoles a la mañana del jueves-, el Congreso da un giro acrobático de 180 grados a vista y paciencia de todo el país.
Y es que el tole tole –en este caso el “tula tula” (con ritmo y cintura de ula ula)- fue mayúsculo, tanto que dicen ahora que el Parlamento ya no recula sino, más bien, “retula”.
Enhorabuena, sin duda, que haya habido rectificación en el caso de Tula Benites, pero la jornada nocturna de la víspera fue lamentable, no sólo por los votos que la salvaron fugazmente del desafuero sino por la forma cómo se procesó el primer desenlace: sesión reservada y luz verde para que la acusada sea juez y parte.
Aunque el asunto ha sido corregido, los costos y daños permanecen Varios heridos y contusos tras el episodio.
El Congreso: No está, desde hace buen tiempo, para estas demostraciones que se prestan a todo tipo de sospechas. Su descrédito ya es alto desde hace varios quinquenios.
La imagen del otorongo ruge otra vez. La institución parlamentaria es, nuevamente, la más lesionada, algo que se reflejará a no dudarlo en las próximas encuestas.
¿En qué andaban pensando los legisladores –no sólo oficialistas- que, por acción o por omisión, sellaron la primera votación con sabor a impunidad?
Porque de 39 se pasó 66 votos por el desafuero de la noche a la mañana. Varios congresistas y bancadas tienen pendientes explicaciones.
Los partidos: En todos se cuecen habas. Hubo 14 votos no oficialistas que aparecieron la mañana del jueves para desaforar a Benites. ¿Dónde estaban la noche anterior?
Sin embargo, es en la bancada oficialista donde el río ha sonado más. Hubo 13 conversos de una sesión a otra. La plana mayor de la CPA fue consecuente y firme, pero un bloque provinciano se plantó en sus trece.
Ha trascendido que en la interna hubo acusaciones de insubordinación. La legendaria e histórica idea del partido monolítico y disciplinado ha sufrido su revés más duro en estos últimos tiempos. El PAP aplicó cirugía mayor: expulsó a la ex parlamentaria.
El gobierno: También lo alcanzan los costos e impactos. Se trataba de una congresista de sus filas. Los conversos oficialistas del jueves pudieron zanjar todo la víspera. No lo hicieron.
El Presidente ha resumido su actitud como una bofetada a Trujillo, es decir, a la historia del PAP y a Haya de la Torre. Y tiene más que razón.

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