31.3.07

Remojón popular

Paradojas del verano 2007: primera temporada en serio de turbulencias políticas en las alturas del gobierno, pero la aprobación presidencial alcanza su cota más empinada desde septiembre de 2006 en Lima.
Lo dice la última encuesta de la Universidad Católica (2-3 de marzo, 449 entrevistados, Lima).
Por primera vez en casi ocho meses de gestión, el respaldo al presidente Alan García traspasa la frontera del 60% en la capital, siempre dentro de la serie de mediciones realizadas por la PUCP.
De febrero a marzo pasa de 55% a 64%. Casi 10 puntos escalados en el que acaso haya sido el mes más erisipelado hasta ahora.
Comparados, estos dos últimos muestreos permiten apreciar, a primera vista, que la adhesión hacia AGP trepa, especialmente y en valores agregados, desde el incierto y volátil rincón de los indecisos: de 14% (febrero) se reducen a 8% (marzo).
Pero lo verdaderamente destacado se advierte cuando se repasan los resultados desagregados, es decir, por niveles socioeconómicos o por grupos de edad.
Un mes atrás, los sectores limeños más pobres (D/E) aprobaban la gestión presidencial al 48%; hoy, 68% de esa misma franja ciudadana lo apoya. O sea 20 puntos más en los territorios de las siempre codiciadas y decisivas masas populares.
Y un dato estadístico más: entre los jóvenes (18 a 29), el respaldo llega a 76% en la coyuntura.
Buenas cifras, en suma, si se toma en cuenta que en el camino de estas últimas semanas, el régimen ha hecho frente a una auténtica cadena de yerros mayúsculos con reflejos lentos y confusos, por momentos, para aplicar efectivas medidas de control de daños.
¿Qué explica entonces este alza de AGP en el mercado de la opinión pública?
Varias respuestas más allá del verbo encantado.
Para empezar, AGP ha sabido pararse –a contrapelo de las advertencias de un desgaste por sobreexposición- tanto frente a situaciones favorables como adversas. Sobre todo, no se ha comprado ningún pleito. Por el contrario, ha cosechado a su favor con cada uno de ellos. Y ha cortado por lo sano con frialdad cirujana en más de una ocasión. (O sea el político que Toledo nunca fue).
Luego, tras ocho meses haciendo gobierno, podrían estarse sintiendo algunos primeros resultados de obras e iniciativas pro sectores postergados y empobrecidos. Lo que explicaría el salto aprobatorio en los niveles D/E.
Una férrea disciplina de austeridad, sin excesos ni frivolidades suntuarias, también sigue favoreciéndolo.
Y, por cierto, la estupenda singladura de la economía es un mar inmejorable para remojarse en las aguas de la aprobación popular.

No hay comentarios.: